Opinión de película: Tenemos que hablar de Kevin.

"Tenemos que hablar de Kevin" es una película de 2012 dirigida por Lynne Ramsay. Recuerdo haber visto el trailer entonces y haber pensado "tengo que verla" (sin éxito). La trama es que ocurre un tiroteo masivo (¿se llama también así cuando es con arco y flecha?) como no es raro en los Estados Unidos y la madre de uno de los estudiantes de la escuela donde ocurre la tragedia descubre (¿sorprendida?) que no es otro sino su hijo quien perpetró el crimen.


Curioso es que no se me atravesó de nuevo esa película hasta este momento. En pleno 2020 y en plena pandemia. De las pocas suertes que nos brindó esta pandemia fue que en México aún pudimos realizar las marchas por el día de la violencia contra la mujer (8 de Marzo) antes de que se viniera la cuarentena. 

En esta época, y en estos últimos años, mucho se ha avanzado en cuanto a concientización sobre la violencia de género. Y, aunque el cambio parece lento, no se detiene. Tampoco es nuevo; es como todo en la cultura, siempre cambiante. Y algo de lo que de verdad tenemos que hablar es de la violencia hacia la mujer que implica obligar a parir, pues no sólo se obliga a parir al no legalizar el aborto, sino en el momento en el que perpetuamos ciertas ideas sembrándolas en los niños y niñas desde muy temprana edad.


La maternidad como cúlmen de la vida de una mujer. Eso es lo que esta película busca criticar. Tenemos a la madre de Kevin (y casi siento escalofríos escribiendo "la madre de Kevin", más adelante les explico) lidiando con las consecuencias de que su hijo haya cometido actos atroces. Este tipo de largometraje rara vez busca establecer al tirador, o señalarlo o acusarlo como el villano, porque eso sobra, eso ya lo sabemos: realizó un crimen. Pero las causas son lo que hay de nuevo en estos casos. Habrá incluso quien diga "Ay, desde chiquito la mamá ya sentía que iba a ser malo". No, este análisis sería muy básico, aunque no hay que tener miedo de opinar, además de leer la opinión de otros, para reforzar, repensar, etc. 

Desconozco el contexto de la directora al realizar este film, pero le aplaudo de pie por la forma en la que muestra la maternidad. Nada de cursilería, nada de que "es una bendición". Desde que inicia la película vemos un baño de sangre. No literal. Vemos a cientos de personas en una especie de festival en el que las personas se empapan en litros y litros de una fruta roja. Yo no investigué al respecto pero si les ayuda para el contexto, adelante. Yo esta escena inicial la interpreto como que todos como sociedad tenemos las manos sucias, por más que queramos señalar a los otros, todos hacemos algo para perpetuar la situación actual tan violenta, tan individualista, desde nuestro privilegio o aún sin él. Esto sin afán de comparar la época actual con otras épocas, porque ya sabemos que el pasto siempre se ve más verde del otro lado de la cerca.


Ahora viene la constante: el color rojo. No sólo la escena inicial está teñida de ese color. Toma a toma percibimos desde nuestro asiento la agresión de esta tonalidad, nos la salpican en la cara desde lo visual. La protagonista no se puede librar de la sangre, de la pintura, de la luz artificial, porque por más que queramos evitarlo, a las mujeres desde muy pequeñas nos enseñan que los hijos son total responsabilidad de la madre en cuanto a la disciplina y la educación, aún si el padre forma parte. Y si lo hace es considerado un héroe. Pero la madre no. No es solo hacerse cargo, es "hacerlo a la perfección". Una expectativa que desde el primer minuto a muchas nos queda gigante. No sólo por la falta de voluntad o capacidad, sino porque es el momento decisivo en el que perdemos la identidad, y para explicar ese concepto retomemos esta frase: "la madre de Kevin". Vi esta película ayer y no recuerdo siquiera si mencionaron el nombre de la protagonista. Así nos borramos como personas y como mujeres desde el momento de los primeros síntomas de embarazo, y así, nos convertimos en "la madre de...".


Ahora vamos a tratar de analizar qué fue lo que salió mal con Kevin. 

En lo que respecta a la maternidad, siempre todo se percibe con mayor claridad desde afuera. Todos, hasta los más respetuosos, pensamos muy en el fondo (o en voz alta) que haríamos un mejor trabajo educando a los hijos ajenos, pero todo eso cambia cuando tenemos los propios, y es en ese momento en el que ocurre una ruptura y entramos en esa sala rodeadas de mujeres con vientres perfectamente redondos y sonrisas hermosas, pero nosotras, aquellas que no nos habíamos amado lo suficiente, no somos así; nos percibimos diferentes, inútiles, incapaces, y terriblemente insignificantes. Y aún así, aceptamos ser madres, o no nos hemos siquiera detenido a pensar en "la otra opción".

Ahora Kevin tiene edad para hablar, para dejar el pañal, para comer lo que prepara mamá, pero ¿cuál es el paso que se tiene que dar? Siempre se habla del daño que hace la violencia de la madre (o los padres) hacia los hijos, pero casi no se habla de eso que se quiebra dentro de una cuando es su turno de disciplinar. ¡Es que tenemos que ser perfectas! ¿Pegar? Ni de broma. O ¿Pegar? Pero, claro, para que entiendan desde chiquitos. ¿Dónde está la línea? Quizá hay información, revistas y libros, pero ¿qué pasa donde no puedo ni conmigo y tengo en mis manos otra vida? Con una sonrisa forzada vemos a Eva, o "la madre de Kevin", hacer lo posible por no perder la paciencia, y en ese intento fallando al poner límites a su hijo. 



Pienso que cuando en esta sociedad alguien "falla" es porque la sociedad primero le falló a ese alguien. Y en este patriarcado quienes fallamos al educar somos siempre las madres, lo cual es el caso de Eva. No solo es la comunidad señalándola por ser mala madre sino ella sintiendo que todo es su culpa, que se lo merece, que no importa cuando lave y pinte todo aquello que literalmente aparece en rojo escena tras escena, no puede librarse. Porque todo no comenzó en el momento en el que se hizo madre, sino que es una semilla que viene plantada generaciones atrás. 

Por la red leí que es "la película que te advierte sobre los peligros de tener un hijo sin límites" pero a esto yo añadiría que es una película que abre la conversación sobre las maternidades forzadas y sobre como ponemos primero ese papel de la mujer en la sociedad y no como personas con identidad propia. Antes de preguntarnos si una persona educa bien a sus hijos, habría que cuestionar si esa persona está decidiendo desde la conciencia las implicaciones de ser madre. Es entonces, y sólo entonces cuando podemos decir que tener hijos es una bendición. 

Pasan los años y Kevin es más y más rebelde, dejando a Eva sin opciones y cansada. No podemos hablar el idioma del amor con los demás si no lo aprendemos primero nosotros. No es lo más obvio pero la única muestra de amor honesto que hay entre madre e hijo es la cicatriz a causa de un evento de pérdida de la paciencia. Y este evento basta para que Eva cargue con la culpa para toda la vida. Siempre temerosa, nunca asertiva, es la madre que carga con tanto enojo la maternidad que prefiere permitirlo todo que desquitarse con un menor que no tiene la culpa, y no la tiene, pero la rebeldía pide a gritos "quiero a mi mamá", porque el discernimiento entre el bien y el mal viene más de observar la reacción de nuestros padres que de la comprensión madura de la causa y la consecuencia.


"Te odio, mamá, porque nunca pudiste ser mi mamá". Pero quien veía la gota cayendo en el vaso día a día esperando a que el agua se derramara era Eva, tiesa como conejo asustado, tan asustado que no pudo evitar acciones más graves de parte de su hijo, como hacer que su hermana menor perdiera un ojo, o meter en la trituradora de alimentos a la mascota de la pequeña, a la cual además vio crecer con más amor del que él jamás pudo experimentar. Es casi gracioso que uno de los pocos momentos que se ve a Eva poner límites es cuando, habiendo perdido el ojo la hija menor, le prohíbe ir con Kevin a verle lanzar flechas en el jardín. Pero ya es tarde. El plan de su primogénito ya está en marcha y pronto vemos que Kevin no sólo incurre en asesinar a varios de sus compañeros sino que también decide acabar con la vida de su hermana y su padre, pero no de su madre. Porque la madre es todo. Para los hijos la madre es todo. Y si lo vemos así podemos comprender un poco mejor la importancia de la salud mental de una madre antes y durante la maternidad (que suele durar hasta el final de la vida de ella).









La película termina con un suspiro de alivio de parte de Eva. Ya han pasado un par de años y pronto todo cambiará para ella, pero llegar a este momento le costó todo. Al cumplir la mayoría de edad, Eva ya no se va a ver obligada a visitar a su hijo en prisión o de guardar relación alguna con él. Eva se despide, con estas palabras: "Han pasado dos años, creo que has tenido tiempo para pensarlo. Entonces sólo quiero saber... ¿Por qué?". Kevin no lo sabe, pero nosotros sí. Eva abraza a su hijo una última vez y sale del lugar. Al final fue el sistema penitenciario quien impartió el tan necesario castigo. Y Eva camina fuera de allí hacia una luz cegadora, acompañada de la incertidumbre de una vida después de la maternidad.

Me quedo con esto: 

Dejemos de pintar la maternidad como algo natural y hermoso. Ser madre es difícil. Nada te asegura que tu hijo va a ser un asesino ni que no lo va a ser. Pero ¿Estás dispuesta a lanzar esa moneda?
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Y así concluye mi opinión (con algo de análisis) de esta película que además cuenta con las actuaciones impecables de Tilda Swinton y Ezra Miller. Por si faltaban motivos para verla.

Próximamente estaré revisitando varias películas de Kate Winslet, pues hace unos meses tuve junto con mi marido una pequeña racha de ver material en el que participara ella. 

Si no es maestra, espero que mis análisis les ayuden aunque sea a matar el tiempo porque esta cuarentena va para largo.

No me gustan los abrazos pero los abrazos virtuales no están tan mal, entonces les mando uno fuerte y un par de reserva por si lo necesitan durante el encierro.

-minima

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