Texto 2. Sobre el bullying.

Ok, cómo empezar. Por el comienzo, pues.

Un amigo de la universidad tiene un canal de Youtube con su novia. Hoy ella subió un video sobre el bullying y a veces uno quiere comentar en los videos de otros cuando siente que quiere apoyarlos pero hoy nada más no pude darme a esa tarea. ¿La razón? Años de psicoterapia y compartir con mi pareja sobre budismo zen y otros temas pueden resultar en que mi opinión se vuelva muy compleja y esto genere la sensación de que ¿quién demonios quiere leer tanto rollo que además no tiene caso que lea porque no puedes imponer ideas que te ha tomado tanto tiempo construir (o deconstruir)? Entonces decidí venir a mi blog para compartir (quizá más conmigo misma que con algún perdido navegante de la web) esta opinión y también un poquito de la historia de bullying que me convirtió en la persona que soy hoy.

Mi madre. Hace unos años descubrí en mis lecturas la responsabilidad que los padres tienen en el hecho de que los hijos "sufran" bullying. Resulta que muchas cosas que las mamás y papás juzgan y reprueban en sus hijos, así como la forma en que lo hacen, son en realidad el primer bullying que atravesamos en la vida. Lo que pasa con esto  y con muchísimos temas que uno suele terapear, es que siempre vamos hacia fuera, siempre cargamos el resentimiento de las heridas de la infancia hacia las personas con las que nos cruzamos en la vida. También nos hacemos de tal o cual forma principalmente por las heridas que sufrimos por parte de los progenitores y esto lo determina también la edad en la que ocurren dichas heridas.

Yo no soy psicóloga, pero soy una persona y me he atrevido a ver hacia dentro y un poco hacia el pasado en medida necesaria para darme cuenta de que mucho de lo que yo proyecto en otros tiene que ver con cosas que pasaron en mi infancia.

No se trata aquí de un chismógrafo, de contar y dar lástima con mis historias de vida. Hoy en día veo atrás en mis días de primaria principalmente y veo mi responsabilidad. Veo, con toda la honestidad que puedo, que mis bullies no eran tan malos. No eran "malos": eran niños que aprendían de adultos, que también sufrían bullying (en sus casas principalmente), que no eran tratados con tolerancia y que por lo tanto no sabían de qué otra manera actuar.

Con esta postura no pretendo justificar (nunca) el acoso escolar, pero sí creo que el peso de la responsabilidad tiene que estar más en los adultos que en los niños.

Muchas historias se han contado sobre profesores que en lugar de regular el comportamiento abusivo en las instituciones, lo promueven o simplemente hacen la vista gorda. Yo tampoco diría que son responsables del todo los maestros pero sí en medida en que no se informan acerca de temas que deberían ser del interés de las personas que laboran con niños y adolescentes, pues presuntamente sería menester de su vocación.

Opino que quizá existan muchos profesores que no toman más responsabilidad ni acción de asuntos así porque muchas veces esto termina teniendo que tratar con los padres de los involucrados y eso puede ser muy duro porque hacia la adultez ya se han arraigado patrones tales como la manipulación, el ego agrandado que intenta compensar la baja autoestima, entre muchas otras conductas nocivas. Todas estas conductas pueden estar presentes tanto en docentes como en padres de familia y, si es difícil tratar con niños, es aún mucho más difícil tratar con niños encerrados en cuerpos de adultos y que no lo saben.

Si a mí en la vida una frase me ha generado gran impacto, ha sido una que escuché por ahí: "No existen malos hijos, existen malos padres". Durísima premisa bajo la cual he llegado al punto de la auto flagelación (en sentido figurado, claro está) respecto a la crianza de mis propios hijos. No es una filosofía infalibre, puesto que supondría que tenemos DEMASIADO control sobre la vida de los hijos, y eso, en mi opinión, es sentirse demasiado omnipresente. Pero desde la perspectiva de la responsabilidad, sí, mucho depende de los padres, pero no de los sermones, ni de los regaños, ni de las nalgadas (aunque exista quien piense que son necesarios, eso no lo juzgo, yo misma no siempre tengo la paciencia de ser amorosa ante todo), sino de observarse con atención. Observar si yo como madre permito que mi esposo tenga actitudes negativas hacia mí o si yo de igual forma lo manipulo con llanto o enojo. Todo eso aprenden los niños. Si yo miento y encima enseño a mi hijo que nunca debe poner en tela de juicio mi criterio, le estoy enseñando a que una vez que eres adulto eres autoridad y no siempre te tienes que hacer responsable de las consecuencias de sus actos.

Una de mis partes favoritas de tener hijos han sido esos momentos breves o prolongados en los que me muestro vulnerable y defectuosa, no para causarles lástima y después decirles "me he esforzado tanto por ti, ¿cómo te atreves a evidenciar mis errores?", sino para decir "mira, igual que tú yo me equivoco, esto que hice no está bien, yo me tengo que hacer cargo de las consecuencias". Ser así de honesto con ellos ayuda mucho a que ellos también muestren esa parte que ocultarían de otra manera, a que ellos confíen un poco más y se pongan más en tus manos y eso a su vez les dé cierta seguridad en ellos mismos, en que no pasa nada, en que se levantan solos pero con mi ayuda cuando lo necesiten.

Ahora hago una pausa para preguntarles ¿han notado, a lo largo de todo este texto, que sería casi imposible cambiar todo lo negativo de la noche a la mañana? Ok, eso no se puede, siempre va a haber posturas, las madres casi siempre van a defender a sus propios hijos y, aunque existan excepciones, esa va a ser la tendencia.

Entonces. ¿Se puede acabar con el bullying? Mi humilde opinión es que nunca va a acabar del todo, ni en primer mundo ni en ningún lado, y si ocurriera sería casi distópico, casi da escalofríos pensar en un grupo de niños que conviven siempre armoniosos y casi nunca con roces ni diferencias.

Lo que sí podemos hacer, un poco TODOS, principalmente los adultos:


  • Ser tolerantes, no sólo con los que son diferentes a nosotros sino con los que hacen "mal" en determinado momento, pues todos hacemos "mal" a ojos de otros aunque no lo queramos creer.
  • Ser compasivos con los bullies, no justificándolos sino evitando actuar como víctimas y así no enseñar a los niños a ser pasivos y permisivos.
  • Respetar la autoridad independientemente del ámbito en el que se trate, siempre y cuando no haya abusos pues esos no se deben dejar pasar. Actuar con dignidad siempre es un gran ejemplo.
  • Permitirnos con ocasión escuchar esas "quejas" o inconformidades que nuestros hijos puedan tener hacia nosotros validando con seriedad sus emociones (aunque a nosotros nos hayan enseñado a aguantarnos porque nuestros padres siempre la pasaron peor cuando niños) y tratando de tener una perspectiva madura utilizando toda la empatía que tengamos a mano para no caer en juicios hipócritas.
  • Finalmente, a aquellos que no tienen hijos (y a todos en general) simplemente les sugeriría procurar la congruencia, y siempre observar pero hacia adentro porque ahí esta todo, observar mucho al ego que es nuestra principal herramienta de supervivencia y enemigo de la paz.

Cuando realmente hay paz, aunque alguien perturbe las aguas sabemos que siempre volverán a la calma, entonces no pasa nada. 

Aunque tome años y generaciones, siglos quizá, porque todo cambia, nunca habríamos de renunciar a las convicciones a menos de que nos percatemos de que estas vienen del ego y en vez de alta autoestima anuncian guerra interna. Entonces el que nos hace bullying es un yo que está dentro y al que no le enseñaron a entender a otros porque para empezar no se entiende él mismo.

En resumen, la introspección es la clave y esta lleva a la compasión (cuando llega a su punto de ebullición).


Comentarios